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-La segunda barca solar del faraón Keops surge de las arenas.

21 de Febrero de 2012

El faraón Keops, el «más fuerte y poderoso» de los que dejaron su impronta en la meseta de Guiza, surcó la eternidad a bordo de una barca solar que ha pasado enterrada junto a su pirámide más de 4.550 años. Ayer, esta embarcación, la segunda de las cinco con las que fue sepultado para que hiciera su viaje al más allá, vio por primera vez la luz y comenzó a desvelar sus secretos.

Un equipo de arqueólogos egipcios y japoneses comenzó ayer a sacar las más de 600 tablas de madera de cedro libanés que componen la barca solar, que como era la tradición en el Antiguo Egipto, fue minuciosamente desmontada y enterrada junto a la tumba del faraón, la Gran Pirámide de Keops. Los científicos han levantado en el lugar una enorme carpa, que se mantiene a los niveles de temperatura y humedad apropiados.

«Es algo maravilloso, se puede considerar que es como una momia», aseguró Mustafa Amin, el secretario general del Consejo de Antigüedades de Egipto (CSA), quien explicó que las maderas, tal y como se hacía con los cuerpos de los difuntos, fueron tratadas con productos que les permitieran resistir el paso de los años. La sequedad del desierto en el que se encuentra la meseta de las pirámides y el perfecto sellado de la fosa hicieron el resto.

Pero la segunda barca solar de Keops, que había resistido durante milenios en su tumba de piedra y arena, no pudo con los técnicos y los obreros que construyeron el museo de su hermana gemela, la primera embarcación que se extrajo, se restauró y ahora se exhibe junto a la pirámide del gran faraón. Durante la construcción de este recinto, cuya forma recuerda a la de un barco, se filtró agua en la fosa, lo que ha afectado a algunas de las tablas de este enorme puzle. «Se hizo sin la debida atención. Los obreros no fueron muy cuidadosos. Las técnicas han cambiado y ahora el trabajo es mucho más concienzudo», explicó ayer Sakuyi Yoshimura, director del proyecto y profesor emérito de la universidad japonesa de Waseda. La extracción y restauración de las piezas durará dos años, y serán necesarios al menos tres más para reconstruir la embarcación.

Poco se sabe de la función real de las barcas solares. En la mitología del Antiguo Egipto, el dios sol Ra realizaba su viaje por el cielo en un barco, y por la noche viajaba al más allá, donde se enfrentaba a numerosos peligros, para después regresar cada mañana. Se cree que las barcas solares estaban destinadas a ayudar al faraón en viajes similares en la vida eterna. Aunque, como señalaba ayer Amin, «es posible que también la usara en vida».

En junio del año pasado se levantó el primero de los más de 40 bloques de piedra de 16 toneladas de peso que cubrían la fosa, descubierta en 1954 por el arqueólogo egipcio Kamal el Malaj. Ayer, la apertura de la fosa se vivió con la expectación que acompaña a los descubrimientos arqueológicos en Egipto, donde hasta el yacimiento más explotado y visitado, la meseta de Guiza, junto a El Cairo, revela a día de hoy nuevos tesoros. Pero el evento se celebró sin la espectacularidad –y el protagonismo- de la que el antiguo secretario general del CSA, Zahi Hawass (depuesto tras la revolución que acabó con Hosni Mubarak), dotaba a cualquier hallazgo. La era de la arqueología-espectáculo parece haber llegado a su fin.

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