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-El primer ensayo de la plaza Tahrir.
20 de Diciembre de 2011
El valle de Tebas guarda tantas historias que hasta las más grandes gestas han quedado ensombrecidas por el resplandor mediático de personajes como Tutankamón, Ramsés II o Nefertari. El que encabeza el ejército de los silenciados por la era moderna es, sin duda, Tutmosis III (circa 1490-1436 antes de Cristo). El gobernante, bautizado por algunos historiadores como el Napoleón egipcio, forjó el mayor imperio que ha tenido nunca Egipto, anexionándose Siria y llegando hasta la cuarta catarata del Nilo, en Sudán.
El paso del tiempo ha borrado la mayor parte de su legado arquitectónico y eso ha hecho que cayera en el olvido este faraón a quien, por varios siglos, respetaron tanto su pueblo como sus enemigos, y cuyas conquistas enriquecieron a Egipto económica y culturalmente. Un equipo español, encabezado por la arqueóloga sevillana Myriam Seco, se ha propuesto recuperar parte de la memoria de Tutmosis III de entre las ruinas de su templo funerario, ubicado en la orilla oeste del Nilo, y escenario de la primera huelga de la historia de la humanidad de la que se tiene noticia.
Este ensayo de plaza Tahrir, centro cairota de todas las protestas -primero contra la dictadura de Mubarak y ahora contra la Junta Militar que ha tomado las riendas en Egipto-, ocurrió durante el reinado de Ramsés III, en el siglo XII a. de C., cuando el imperio que creó Tutmosis III empieza a desmoronarse. "Hay un papiro en el Museo Egipcio de Turín en el que se relata que los suministros escasean y los artesanos del faraón, a los que se pagaba en especies, se plantan ante este templo y dicen que no trabajarán más hasta que no reciban lo que les corresponde. Ante las falsas promesas de los funcionarios, los artesanos de Deir el-Medina se organizan y reanudan la protesta. No sabemos cómo acabó todo porque falta el final del papiro, pero podemos afirmar que se trata del primer ensayo de huelga documentado", explica el epigrafista Javier Martínez Babón, del Museo Egipcio de Barcelona, uno de los 34 miembros del equipo multidisciplinar del que forman parte topógrafos, antropólogos, restauradores, geólogos, arquitectos, dibujantes y hasta un especialista en animaciones en 3D que está reconstruyendo el templo por ordenador.
El proyecto, con campañas de tres meses por año, cuenta con la colaboración de las universidades de Granada y Barcelona, y está patrocinado por Cepsa y la Fundación Botín. El Gobierno egipcio, como en el resto de las misiones arqueológicas de Tebas, controla los trabajos con sus inspectores, pero no realiza aportaciones económicas.
Un puzle de 13.450 metros cuadrados
Muy cerca del famoso Ramesseum, el templo mortuorio de Ramsés II, los técnicos -casi todos españoles- y 130 operarios se afanan en recomponer un puzle de 13.450 metros cuadrados en el que esperan encontrar respuesta a muchas de las incógnitas que rodean la figura de Tutmosis III, quien subió al trono en 1468 a. de C. y gobernó durante 32 años.
"El templo funerario, o templo de millones de años, de Tutmosis III es una construcción en tres terrazas realizada, fundamentalmente, de adobe. El avance del desierto, que lo cubrió casi en su totalidad al estar en un plano inclinado, y la fragilidad del material no hacían de él un objeto de deseo por parte de las primeras misiones arqueológicas", explica sobre el terreno Myriam Seco, al frente del proyecto desde su inicio en 2008. La expedición culminó el pasado 15 de diciembre. Se trata de la cuarta campaña,y la doctora en Arqueología y egiptóloga está convencida de que podrá reconstruir la bóveda de una de las capillas, realizada en piedra arenisca y decorada con un texto funerario en el techo.
Entre esos jeroglíficos, Martínez Babón espera hallar pistas sobre la vida de este faraón desde que murió su padre, Tutmosis II, cuando él era aún un niño, hasta que tomó el mando del reino. "Desconocemos dónde estaba y qué papel desempeñó Tutmosis III en el gobierno durante el periodo de co-regencia con su madrastra, la reina Hatshepsut, media hermana y esposa principal de Tutmosis II. Ella gobernó Egipto durante el periodo de formación del joven y hay lugares en los que aparecen los nombres de ambos, aunque llega un momento en que Hatshepsut se autoproclama rey. No sabemos si tenían buenas relaciones o si ella lo apartó de Tebas con la excusa de ofrecerle una formación militar en Menfis", explica Martínez Babón, mientras vaga entre un mar de piedras con fragmentos epigráficos que ya han sido estudiados, dibujados y catalogados.
"Estamos muy satisfechos con la marcha del trabajo. Cuando empezamos, el templo estaba bajo la arena y tan solo disponíamos de la información de los estudios que realizaron Daressy, Weigall y Ricke entre finales del XIX y principios del XX. Ante la abrumadora abundancia de los restos de Tebas, con complejos tan imponentes como los templos de Karnak y Luxor, las primeras misiones arqueológicas no prestaron demasiada atención al templo funerario de Tutmosis III", explica Seco, quien además dirige desde 2006 otra campaña de arqueología subacuática en Tiro (Líbano) para rescatar un pecio fenicio del siglo V antes de Cristo.
Objetivo, el pilono del templo
La arqueóloga, quien desde las seis hasta la una de la mañana, controla hasta el más mínimo detalle, vara de mando en mano, de lo que hace su ejército de operarios, quiere cerrar la campaña de este año con la consolidación y reconstrucción del pilono del templo. Un gigante de adobe -fue Ramsés II quien comenzó a levantar en piedra estos enormes muros que protegían la entrada a los templos- de 42 metros de largo por 15 de alto y 9 de ancho. "El adobe es un material muy frágil, por eso es tan difícil encontrar una macroestructura como esta que haya sobrevivido desde la XVIII dinastía. Está siendo una gran fuente de información", apunta la directora del proyecto mientras calcula cuántos bloques de adobe nuevo se han hecho este año para cubrir el muro perimetral y el pilono: 50.000.
"La única forma de proteger el adobe es con otro adobe. Los hacemos aquí, con limo (arcilla) del Nilo, paja triturada y arena. Cuando se consolida el original, metemos una malla de fibra de vidrio que los separe de los nuevos y añadimos una capa con uno o dos bloques", afirma Agustín Gamarra, restaurador de estructuras arqueológicas.
A pesar de las visitas, la arqueóloga sevillana, que no tiene problemas en dar órdenes en árabe, vigila como los operarios elevan grandes piedras del pozo funerario de una de las siete tumbas que han aparecido, hasta ahora, debajo del templo. Los enterramientos forman parte de una necrópolis anterior a la construcción del templo pero, como es costumbre por estos lares, todas habían sido saqueadas. Incluso una de ellas, que estaba sellada y albergaba los restos de tres adultos y de un niño, había sido profanada con anterioridad. Sus actuales moradores, de la dinastía XVII, tenían una jarra cerámica por todo ajuar. Pero esta es otra historia, de las muchas que traerá consigo el templo de Tutmosis III.
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