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-Robos bajo las aguas del Nilo.
10 de Septiembre de 2014
Tras la revolución del 2011 la salvaguarda de los monumentos no fue la primera preocupación del gobierno egipcio. En unos casos porque las fuerzas de seguridad fueron destinadas a otros menesteres y en otros, la mayoría, porque la población sintió menguar el puño que la controlaba. El caso es que los robos e intentos de saqueo del patrimonio del país a manos de sus propios ciudadanos alcanzaron cotas peligrosas.
Pasados ya unos años de esos primeros momentos del todo vale, las cosas están volviendo a ser lo que eran. Tanto, que los rumores de la vuelta del sin par Zahi Hawass resuenan con cierta fuera, o al menos él se empeña en que sea así; pues no olvidemos que esa es su gran especialidad, la promoción y el autobombo, lo de la egiptología científica es otro cantar. No obstante, mientras eso sucede, o no, los robos y los intentos de tal se repiten una y otra vez.
Lo malo es que ya no se limitan a excavar en las orillas de una necrópolis antigua con la esperanza de encontrar una tumba más o menos intacta. Igualmente, cada vez son menos los intentos de colarse en uno de los muchos almacenes del Servicio de Antigüedades, cuyas principales medidas antirrobo son un cerrojo y un gran candado sellado. No, ahora empiezan a recurrir a sistemas cada vez más imaginativos. Si el uso de una retroexcavadora o un bulldozer no son desconocidos en Sakkara para mover grandes cantidades de tierra en poco minutos y ver qué aparece. Recientemente la policía ha desmantelado un intento de saqueo que más bien tiene algo de película de aventuras.
La intentona tuvo lugar en la necrópolis menfita, concretamente en la ciudad de Al-Badrashin, a unos 40 km al sur de Guiza, donde a los ladrones no se les ocurrió otra cosa que comenzar a excavar un túnel bajo el agua desde la orilla del Nilo en dirección al yacimiento de Houd Zelikha.
Quizá lo hicieron con la intención de no tropezarse con los demás equipos de saqueadores que estaban actuando en la zona, porque la investigación preliminar de la policía descubrió los restos de varias excavaciones ilegales en torno y dentro del yacimiento. No cabe duda que esos agujeros en superficie fueron obra suya y que, al demostrarse infructuosos, se decantaran por otro tipo de aproximación al problema.
La banda, ya detenida, estaba compuesta al menos por un abogado de cuarenta años, un campesino y cuatro ciudadanos palestinos. En su posesión se encontraron taladros autónomos sumergibles, trajes de buceo, botellas de oxígeno y medidores de profundidad. En casa del campesino, listos para su venta, aparecieron algunos fragmentos de caliza, estatuas de pequeño tamaño y la basa de una columna de granito rosa, que parecen proceder de un templo del Reino Medio. Su intención estaba muy clara: como la superficie del yacimiento era terreno vedado, al haber otro grupo trabajando en ella y al haberse demostrado infructuosa, se decidieron por un ataque lateral. Penetrar desde el río les hubiera hecho empezar a varios metros desde la superficie, lo cual los situaba en la profundidad adecuada para alcanzar directamente el estrato rico en hallazgos... o eso esperaban.
Con todo, el intento de robo se me antoja un tanto ingenuo. Por mucho que los palestinos hayan tomado parte en la excavación de la red de túneles de la franja de Gaza y sean avezados cavadores, la logística para mantener abierto un túnel acuático excavado de forma precaria parece abrumadora... y tremendamente peligrosa. No es la primera vez que un excavador ilegal ha perecido aplastado dentro del túnel con el que pretendía alcanzar la riqueza, si quiera temporal.
En sus memorias arqueológicas, Agatha Christie describe cómo cuatro de sus trabajadores perdieron la vida justamente así: cavando un túnel lateral a varios metros por debajo de los estratos superficiales para poder saquear lo que esperaban era un depósito de estatuillas... y todo durante la pausa para el almuerzo, mientras el resto de sus compañeros descansaban en la ladera del tell cuya excavación dirigía Max Mallowan, el marido de la novelista. El suceso no sirvió de escarmiento a sus compañeros, que al día siguiente intentaron repetir la hazaña... y en eso siguen.
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