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-La revelación egipcia de Napoleón.

20 de Septiembre de 2014

Julio de 1798. 36.000 soldados franceses se dirigen junto al emperador Napoleón Bonaparte hacia Egipto para conquistar el país de Oriente Próximo. Ese es el momento con el que arranca La Pirámide Inmortal, El secreto Egipcio de Napoleón (Planeta, 2014), el nuevo libro de Javier Sierra.

Ambientado en aquella expedición caprichosa de Napoleón, -que se desvanecería un mes después del inicio de la misma-, el escritor fusiona el viaje del emperador con la mitología del Antiguo Egipto. Los rituales, el significado de las pirámides y los secretos que ellas ocultan o los mensajes cifrados que guardan sus inscripciones son algunas de las partes que sustentan la estructura de esta novela. "Cuando los franceses llegan a Egipto en 1798 poseen el sueño de Oriente, se maravillan ante lo que ven. De hecho, hay una anécdota que ocurrió en el templo de Karnak, y es que los franceses cuando vieron aquello clavaron sus lanzas en la arena y ante la admiración rompieron a aplaudir", señala el escritor.

Una fijación a la que hay que añadir la búsqueda de la vida eterna, uno de los elementos que propician la trama principal de la novela, centrada en el momento en el que Napoleón queda atrapado en la Gran Pirámide. Allí, el emperador se debate entre la vida y la muerte, busca respuestas, se cuestiona su figura, las decisiones tomadas, los recuerdos olvidados por el paso del tiempo. "La Gran Pirámide se concibió como una máquina de reencarnación. Se trataba de un centro que se empleaba para un acto mágico como era el traspaso del alma", señala el autor.

Para lograr tal proceso y encontrar la inmortalidad, Napoleón se acuesta en un sarcófago del templo. "La muerte es una de las mayores preocupaciones que tiene el ser humano desde que somos lo que somos. De ahí que el emperador busque el antídoto para combatirla".

La Historia a través del relato mágico

A caballo entre el Antiguo Egipto y el inicio de la sociedad moderna, el autor muestra la importancia que tenían las supersticiones, el esoterismo, tanto para los faraones como para el emperador. "La magia en la época de los faraones era un asunto de Estado, y lo sabemos por los textos egipcios, por la tradición de los cuentos del Antiguo Egipto. El beber de fuentes mágicas me llevó a escribir este texto, en el que también hago referencia a la astrología".

Una obra en la que se combinan dos tipos de narración. Por una parte, y para ubicar al lector en aquel momento histórico, el escritor emplea un estilo indirecto que combina con la narración en primera persona del emperador francés. " He intentado reproducir cono los ojos del Antiguo Egipto cómo se entraba en un templo, la función de las pirámides, las funciones de figuras como el sacedorte, pues uno de los errores habituales en las novelas es contar algo del pasado como si estuviera ocurriendo ahora".

Una reproducción basada tanto en la consulta de fuentes como en las experiencias vividas por el autor. "Yo, como Napoleón, también me acosté en aquella tumba, buscando esa resurrección, pero como él dijo aunque os lo contara no me ibáis a creer".

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