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-Adorado Tutmosis III.
19 de Julio de 2014
El templo de Millones de Años de Tutmosis III, conocido por sus conquistas como el Napoleón egipcio, que reinó en el siglo XV a. de C tras su tía y madrastra, la reina Hatshepsut, y está enterrado en el Valle de los Reyes, había sido tímidamente excavado en 1886 por Daressy, en 1906 por Weigall, y en los años 30 por Herbert Ricke. Este templo funerario de la antigua Tebas, la actual Luxor, que desde entonces estaba cubierto de arena, salió del olvido en el 2008, cuando Myriam Seco inició la faraónica tarea de desentrañar sus secretos, restaurarlo y, su gran ilusión, aunque queden unos años para ello, museizarlo para que pueda ser visitado al aire libre. Hoy, la explanada de 19.000 metros cuadrados muestra las bases de un templo de 100 metros de fachada y 160 de fondo, rampas y un muro perimetral de 5 de ancho por 10 de alto. Pero no solo eso: debajo de él hallaron una necrópolis de una época anterior de la que han extraído 12 tumbas del Segundo Periodo Intermedio y del Imperio Medio. «Aunque fueron saqueadas en la antigüedad, había mucho material revuelto, como fragmentos de sarcófagos, modelos de madera de barcos, estelas, ajuar funerario, cuentas de collares, cuchillos mágicos con bellas inscripciones, escarabeos, ushebtis, tapas de vasos canopos...», relata la egiptóloga, cuyo sueño es «hallar una tumba intacta bajo el templo de Tutmosis III».
Varias de estas tumbas fueron abiertas y reutilizadas en épocas posteriores, como la número 11, en la que fueron enterrados 17 individuos, u otra, saqueada en el Imperio Medio y que se volvió a usar en el Segundo Periodo Intermedio, momento en que quedó sellada con adobe hasta hoy. «Era época de guerra y hambrunas y en ella había dos adultos y dos niños con un ajuar muy pobre, solo una vasija de cerámica».
Pero si un hallazgo destaca de la última campaña, patrocinada por la Fundación Botín, Santander Universidades y la cementera Cemex, y «la mejor en descubrimientos», apunta Seco, que lidera un equipo multidisciplinar de 30 personas de distintos países y unos 140 obreros egipcios, es, además de la belleza de las piezas, la información histórica que se puede extraer de una edificación encontrada dentro del templo de Tutmosis III, cuyo estilo y el sello de adobe prueban que era de una época posterior, la de otro gran rey, Ramsés II.
«Normalmente -explica- los templos se destruían tras morir el faraón pero en algunos casos mantenían alguna actividad. Así ocurrió aquí y era de tipo religioso. El complejo tiene dos dinteles completos, uno de piedra caliza y otro de arenisca, uno de la puerta de entrada y otro de una habitación, con una decoración preciosa que representa al sacerdote Khonsu adorando los cartuchos de Tutmosis III y con el título de primer sacerdote de Menkheperre, el nombre de coronación del faraón». Khonsu era muy conocido en época de Ramsés II y en su tumba, que está cerca, con las de los nobles, la decoración dice que entonces se adoraba mucho a Tutmosis III.
Incógnitas por revelar
No oculta Seco su ansia de que en las habitaciones aún por explorar surja «un papiro que aclare, por ejemplo, qué rituales hacían», o que aparezcan inscripciones que traigan luz sobre las «muchas incógnitas» que bañan la figura de Tutmosis III, como la naturaleza de la relación con Hatshepsut, que ejerció la corregencia durante años, al ser él un niño cuando murió su padre, Tutmosis II.
Fuera del recinto ramésida apareció una cabeza de granito negro -«No tiene atributos ni inscripción, por el peinado puede ser de un funcionario importante o un dios»-. Pero dos estatuas destacan del complejo religioso: la de un sacerdote y una de Tutmosis III, de tronco hacia abajo. Quizá en la próxima campaña aparezca la parte superior... o una tumba intacta...».
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