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-Cinco años excavando en Egipto: una tumba muy antigua...y la lluvia en Tebas

04 de Diciembre de 2017

Tras 5 años de excavaciones en Luxor, los egiptólogos de la Misión Arqueológica de la Universidad de La Laguna han logrado identificar al propietario de la tumba TT209, que es más antigua de lo esperado y que, sin haberlo previsto, ayudará a conocer cómo eran las lluvias en Tebas en el primer milenio.

Miguel Ángel Molinero, director del proyecto Dos Cero Nueve y profesor del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua de la Facultad de Humanidades de la ULL, explica a EFE que la TT 209, una tumba del Periodo Tardío situada en la orilla occidental de Luxor, es distinta a lo que se esperaba por su original arquitectura y, según sus estudios, es la construcción más antigua que se conoce actualmente de la Dinastía XXV.

Las excavaciones han permitido corregir la datación de la tumba, que ahora puede ser atribuida a esta Dinastía (c. 747 a 664 a.C.), originaria de la ciudad-estado de Napata (Kush), y el nombre y los títulos de su propietario nubio, Nisemro, el «supervisor del sello».

La TT 209 fue construida en la ladera norte del wadi Hatasun, que nace en el valle de los Colores y entra en el del Nilo junto al muro meridional de la "Mansión de millones de años" de Ramsés II.

«La información disponible sobre el yacimiento antes de iniciarse la primera campaña de nuestro proyecto era muy escasa. Del grupo de tumbas tebanas tardías de tamaño medio, era una de las menos conocidas», relata Miguel Ángel Molinero.

La primera actuación sobre el terreno fue en julio de 2012 y cuando empezaron el trabajo de campo la tumba ya no se veía.

«Identificamos dónde estaba por referencias antiguas. Estaba completamente sepultada por riadas recientes del wadi, las basuras caídas desde la aldea de Hurubat y algunos escombros del momento de la demolición de sus casas», pues la población local fue desplazada de allí cinco años antes.

Lo que no esperaban los egiptólogos era que al excavar los sedimentos que cubrían la tumba constatasen que no habían entrado por el viento ni por la acción de seres humanos, sino por riadas producidas por lluvias procedentes de la montaña tebana, en época antigua, por lo que el trabajo con la estratigrafía ha consistido en identificar cómo el agua de la lluvia que ha entrado en el recinto durante siglos.

Desde la segunda campaña, la excavación en el exterior de la tumba se ha abierto en dirección al centro del wadi para ampliar la información acerca del comportamiento y el régimen hídrico de las aguas que circulaban -y aún lo hacen- periódicamente por el cauce.

La última campaña, financiada por la Fundación Palarq de Madrid y la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias, se ha dedicado fundamentalmente al análisis de los sedimentos dentro de la tumba, estudiar cómo entraban y crear planimetrías de cada inundación, con lo que los egiptólogos cuentan con una documentación muy precisa de en torno a unas 50 riadas, que son otras tantas lluvias caídas en el desierto tebano.

«Redescubrimiento» de la tumba

«Los materiales encontrados en los sedimentos permiten identificar la cronología de esas riadas y esclarecer cuánto llovió, es decir, centrarnos en las lluvias en Tebas», indica el egiptólogo, para quien la misión ha permitido además un cierto «redescubrimiento» de la tumba, que tiene una estructura arquitectónica más monumental que la supuesta hasta entonces.

Lo que se conocía como TT 209 comprende las cámaras subterráneas de un complejo bastante más amplio con edificios en superficie y otra parte excavada en la roca.

Pero además, la carencia más significativa era la de un verdadero nombre para el propietario de la tumba ya que desde la década de 1950 se le conocía como Seremhatrekhyt, pero en la actualidad se sabe que este término es un título y, por tanto, se trataba de uno de los cargos que desempeñaba quien encargó la construcción del complejo funerario, pero no era su nombre.

«Devolver un nombre al propietario de la TT 209 ha sido una de las cuestiones más complicadas que hemos conseguido hasta ahora», pues los egiptólogos de la Universidad de La Laguna encontraron lo que podía ser el nombre del propietario en los relieves y las inscripciones de los marcos de las puertas, pero esos términos no eran egipcios.

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